El objetivo de la publicidad es persuadir, motivar, convencer… pero lo que subyace a todo ello es comunicar, pero la comunicación no sirve de nada si no existe un recuerdo del mensaje. No es casual que en los estudios de eficiencia publicitaria se barajen métricas como el recuerdo espontáneo o el recuerdo inducido. De nada sirve hablar para una audiencia de amnésicos, ¿verdad?
En un mercado saturado de productos, marcas y espacios publicitarios, el recuerdo de un mensaje entre el ruido que generan otros es difícil. ¿Cómo ayudar a la memoria del receptor para conseguirlo? Vayamos al origen, a las bases de la neurociencia cognitiva.
Cómo funciona la memoria
A lo largo de la historia la ciencia ha estudiado los diferentes mecanismos que funcionan cuando memorizamos. Todos conocemos el Condicionamiento Clásico, explicado por Ivan Pavlov y su famoso perro. La repetición del esquema estímulo-respuesta genera un refuerzo en la asociación, la cual se convierte en memoria.
En este sentido, la década de los ‘90 fue la década del cerebro y la neurociencia. La posibilidad de estudiar a nivel bioquímico las bases de la conducta ha revelado, entre otras cosas, el importante componente emocional de la memoria, del estado del sujeto y en concreto del papel de la dopamina en estos procesos.
La dopamina es un neurotransmisor asociado habitualmente con el placer, la socialización y la motivación. Se ha comprobado que la liberación de dopamina que se produce cuando nos divertimos ayuda a memorizar, a aprender y sobre todo a apreciar realmente aquello de lo que estemos hablando. Por otro lado, un estudio de Judy Willis de 2011 encontraba que aquellos estudiantes que trabajaban en grupos altamente colaborativos experimentaban niveles elevados de dopamina y una especial activación de la amígdala que resultaba en mejor memorización a largo plazo.
Esto lo han entendido bien, por ejemplo, en The Khan Academy, donde han hecho que miles de personas que daban por imposibles las matemáticas aprendan sin esfuerzo.
¿Qué nos dice todo esto? En resumen, que…
Si no es divertido, no merece la pena ser recordado. Clic para tuitear
Así pues, si a esto unimos el potencial de alcance que tienen, ¿aún dudas de la efectividad de los videojuegos como vehículo publicitario o como instrumentos de aprendizaje?